Los calabozos medievales, las trincheras de la Guerra Civil o los castillos que habitó el Cid son algunos de los reclamos de recorridos muy singulares dentro de la Comunidad
HERALDO DE ARAGÓN.- Aragón es una tierra de imponentes altitudes y magníficas latitudes. No importa en qué sentido se recorra su rosa de los vientos, cada uno de sus rincones descubre, por sí mismo, un paraje sorprendente. Hay rutas de raigambre histórica que apasionan a los más leídos y otras que simplemente muestran la explosión de la naturaleza en esta singular primavera. A continuación se detallan algunos de los recorridos más curiosos y disfrutables que brinda la Comunidad.
LAS CÁRCELES DEL MATARRAÑA
Hasta Iker Jiménez se ha dejado seducir por sus fuerzas telúricas: el Matarraña está repleto de árboles centenarios, pequeños altares de piedra y rincones mágicos como los puertos de Beceite y los meandros del ríos Mezquín. Además, en ningún otro lugar de España se concentran y conservan tantos calabozos como en el Matarraña, donde los grilletes, las argollas y los cepos de madera con los que se sujetaba a los reos se han ganado, desde 2002, una ruta turística propia. Son cárceles de hace 300 y 400 años, que suelen estar ubicadas bajo los ayuntamientos y se utilizaron hasta el siglo XX, cuando estas estancias pasaron a convertirse en almacenes municipales.
Los muros son de sillería y las mazmorras no acostumbran a tener ventilación alguna. Algún maniquí en su interior evidencia el infortunio de quienes se veían allí privados de libertad. La prisión de Calaceite es de un solo calabozo, como las de Valderrobres y Fuentespalda, pero también se conservan cárceles de varias mazmorras (Monroyo, Peñarroya de Tastavins) y espeluznantes presidios con pozos de arresto, como los de La Fresneda o Ráfales, donde, literalmente, se arrojaba y se dejaba morir a los reos.
EL CAMINO DEL CID
‘Sidi’, la última novela de Arturo Pérez-Reverte, ha vuelto a poner este camino de actualidad. En él se siguen los pasos del legendario Rodrigo Díaz de Vivar, en un periplo viajero de Burgos a Valencia. Como es obligado, el Cid recorre gran parte de la geografía aragonesa y Pérez-Reverte siembra su texto de localizaciones como el palacio de la Aljafería o el paraje de Alcocer, en las proximidades de Ateca. En su destierro con medio centenar de hombres, el Cid pasó por Zaragoza, donde estuvo al servicio de la taifa musulmana con los emires Al-Mutamán y Al-Muqtadir allá por los años 1081-1086.
Sus idas y venidas le llevaron también por Terrer -donde el Campeador "libró gran batalla"- o El Poyo del Cid , donde el caballero burgalés acampó quince semanas. Ariza es la primera población aragonesa que aparece en el cantar de gesta, en el que se narra cómo el Cid cabalga con sus mesnadas por los valles del Jalón y del Jiloca, hace pagar tributo a Daroca, y en Cella reúne a sus soldados para preparar el envite de Valencia. oda una lección de geografía aragonesa que hoy, entre mojones, esculturas y paneles puede volver a recorrerse sin pagar vasallaje y con los salvoconductos que se sellan en las oficinas de turismo y en los consistorios. Explican desde el consorcio que reúne las localidades cidianas (el Camino del Cid recorre 387 poblaciones) que se está revisando la señalización senderista y ciclista de la ruta. Se calcula que son unos 6.000 los viajeros que recorren anualmente el Camino aragonés del Cid.
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