Las clases de ajedrez siguen en auge en Alcubierre

La actividad cuenta este año con un total de 25 alumnos y alumnas de diferentes localidades.

Un tablero gigante forma parte del aprendizaje.

«¿Quién sabe que es ‘el Rey ahogado’?», pregunta el profesor del curso, Fernando Lasheras. Y un alto porcentaje de sus alumnos y alumnas levanta la mano. La escena tiene lugar en la pequeña localidad de Alcubierre, de alrededor de 400 habitantes, donde  son mayoría los niños y niñas capaces de sentarse frente a un tablero y mover las piezas con fluidez. Aquí no hay escuela de fútbol ni de baloncesto; el deporte rey es el ajedrez, con clases semanales que reúnen a un total de 25 alumnos de entre 4 y 11 años de edad. 

La actividad está gestionada por la asociación local de mujeres y consumidores Santa Ana y su alma máter es su profesor, Fernando Lasheras, natural de Alcubierre, que suma horas a su jornada laboral por el placer de contagiar su pasión a los más pequeños. A ello, también ayuda otro hito histórico del municipio, el más pequeño en el que se organiza un torneo internacional de ajedrez, que va ya por su edición número 11 y que cada año cuenta con un padrino o madrina de excepción. Por aquí, han pasado ya ajedrecistas de la talla de Spassky, Topalov, Yifan Hou, Judit Polgar o Sara Khadem. 

Fernando Lasheras ha hecho una lista con 20 bondades vinculadas al ajedrez y de ellas, destaca tres: «fomenta el respeto al rival; ayuda a responsabilizarte de tus actos e invita a la reflexión, ya que no existe árbitro al que echar la culpa de tus errores; y además, favorece el dominio de los impulsos, al ser necesario pensar antes de actuar». También señala el fomento del pensamiento lógico, la concentración o el trabajo en equipo. 

Para lograr un equilibrio entre aprendizaje y diversión, y ayudar a los más pequeños, Lasheras se apoya en diferentes elementos didácticos, entre ellos, un tablero con piezas gigantes. A los más pequeños, les anima a pintar y recortar las figuras del ajedrez, con el objetivo de que se vayan familiarizando con su forma y sus movimientos. «Son clases dinámicas y atractivas, donde se evoluciona paso a paso, disfrutando del juego y de la relación con el resto», explica. 

La actividad surgió hace ya una década. Al principio, y de la mano de la asociación local de mujeres, se ofertó un taller de ajedrez, cuyo éxito obligó a su repetición y finalmente, a la puesta en marcha de una actividad anual, que nunca ha dejado de crecer. Dentro de los dos grupos infantiles, hay alumnos de otras localidades como Robres, Lanaja, Sariñena y Lalueza. Y, además, hay un tercer turno con un total de ocho adultos. 

Alejandro, de 8 años, acude desde Lalueza. En total, lleva dos años participando en las clases. Su entusiasmo es total. «Me gusta mucho; es un juego divertido y de estrategia, donde aprendes nuevas cosas partida a partida», señala. Rosana, de 11, y Aroa, de 8, comparten disputan juntas una nueva partida. Ambas coinciden en la importancia de practicar y además, aseguran disfrutar de la satisfacción del triunfo. «Te lo ganas tú sola», dice la primera, que está entre las más veteranas. De hecho, comenzó a jugar cuando tenía 3 años. Su pieza preferida es la Dama, dice, por la amplitud de movimientos. 

Más novel es otro de sus compañeros, Pablo, de 8 años, que acude desde la localidad de Robres. Su madre ya le había introducido en este deporte, que, según explica, es «muy divertido». 

Al finalizar el curso, y desde hace varios años, organizan un torneo local, que, al igual que la propia escuela, suma el apoyo y colaboración del Ayuntamiento de Alcubierre.   

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